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She
turns me on
Calm
as the ocean
My
peaceful games
The
same old story
My
rainy days
Morning
walks
Shooting
stars
The
calling light
Morning
breeze
Beautiful
day for the road
Long
time gone
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"Long
time gone"
Suivez la Musique, 23/9/14
CONCIERTOS
23 de septiembre 16
Rockwood Music Hall, Nueva Yok
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«Como un paseo por la nieve», así
es como el cantante y músico canadiense James Forest describe este su primer
álbum homónimo. Se trata de una colección de canciones que exhala mucho la
propia naturaleza donde fue compuesta, y un trabajo de acentos folk, entintados,
de manera muy original, con tonalidades, trazados y broches de oro
electrificados y electrónicos. Aunque, y aún
por encima de todos estos atractivos, lo que despunta es la gran dulzura del
sonido e interpretación vocal, poniendo James Forest de relieve la intensidad de
las emociones y la fragilidad de los textos. Voz y guitarra comparten
protagonismo con hondas incursiones exploratorias que nos sumergen en una
dimensión extraterrenal y profundiza en alcanzar la llama íntima que nos eleva y
el alma. Sencillez, amor, debilidad y ternura recorren once canciones que
nos llenan de pureza. Un disco dedicado a la belleza en todas las cosas. Muy
emocionante.
James Forest forma parte de otras formaciones como East
Road y June in the Fields.
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"
Después de décadas escuchando música de las más variadas procedencias y
estilos tendemos a pensar que es muy difícil que un disco nos sorprenda. Es
cierto que muchas veces caemos en ese error que se suele sumar a una especie
de compartimentación mental por la cual enseguida tratamos de aplicar a un
músico una serie de categorías que nos hacen más fácil su asimilación y
simplifican la labor de descubrimiento del mismo identificándolo con otros
artistas que forman parte de nuestro bagaje como oyentes.
No podemos
negar que esto es algo muy útil en la mayor parte de los casos. Alguien nos
habla de un artista, nos facilita una breve descripción de su estilo e
inconscientemente nos hacemos una idea del tipo de música que hace y de las
referencias con las que lo podemos comparar. Lo cierto es que con el paso
del tiempo, este tipo de clasificación suele funcionar bien en la mayoría de
casos pero todavía quedan ejemplos que nos descolocan por completo. Artistas
a partir de cuya descripción nos hacemos una idea que salta en pedazos en
cuanto empezamos a escuchar su obra pero la cosa no se queda ahí. Tras los
primeros instantes de esa audición, volvemos a hacernos una idea acorde con
nuestros esquemas sólo para comprobar momentos más tarde que también ésta
era errada.
Este proceso, repetido una y otra vez de forma continua
es el que sufrimos el primer día que escuchamos la música de James Forest:
esquemas mentales, prejuicios y barreras que caían uno detrás de otro como
uno de aquellos gigantescos dominós que de vez en cuando aparecían en la
televisión de nuestra infancia. El resultado final era tan bello como
demoledor y esa es una descripción que podemos aplicar perfectamente al
disco que comentamos hoy.
¿Quién es James Forest? La información que
hay sobre él en la red es escueta. Se define como un viajero incansable con
un rasgo intransferible: una guitarra siempre a cuestas. Nacido en Quebec,
en sus apenas 30 años, el músico ha vivido en Pakistán y la India además de
pasar largas temporadas en Europa. Con estos datos sería fácil hacernos una
idea simple de Forest como un cantautor al uso pero nos equivocaríamos por
mucho. Su música parte de la guitarra pero va mucho más allá. La electrónica
surge por todas partes para transformarlo todo. Los arreglos y mezclas se
alejan de los caminos trillados y nos dejan sin referencias claras. En su
aún breve carrera, Forest mantiene activos distintos proyectos: sus trabajos
en solitario, su banda James Forest & the East Road y June in the Fields, su
dúo con Mélissa Brouillette, también miembro de East Road.
El disco
que comentamos lleva como título, sencillamente, “James Forest”. El músico
interpreta todos los instrumentos y cuenta con la colaboración de Alain
Quessy como segunda voz y guitarra en algunos temas del trabajo.
“She
Turns Me On” - Forest nos recibe con una serie de sonidos electrónicos
acompañados por guitarra acústica piano y el clásico sonido del Fender
Rhodes. Como presentación resulta impresionante pero aún es mas impactante
cuando empieza a cantar con una preciosa modulación electrónica mientras
dialoga consigo mismo a dos voces. De fondo escuchamos un sonido de órgano
exquisito mientras la pieza inicia un viaje hacia los sonidos más etéreos
que nos brinda la tecnología hoy en día. El final es una verdadera maravilla
de electrónica clásica con una producción maravillosa. No se nos ocurre
ningún músico que haga algo parecido a lo que hace aquí James Forest. Un
verdadero espectáculo sonoro que hay que escuchar una y otra vez.
“Calm as the Ocean” - La canción se abre con un ritmo electrónico muy
sencillo. Sobre él, se escuchan los primeros acordes de la guitarra de
Forest y, a continuación, su voz. Es muy difícil escoger un punto fuerte en
la música del artista quebequés pero, desde luego, su forma de cantar sería
uno de los claros candidatos. Su voz es frágil, vulnerable, pero
tremendamente expresiva. Aquí, tras un inico muy calmado se ve rodeada de
una electrónica cada vez más oscura que se desarrolla en un amplio pasaje
final muy evocador.
“My Peaceful Games” - Es la guitarra acústica la
que nos recibe ahora con unos acordes placenteros que nos trasladan a los
pasajes más íntimos de un Yann Tiersen o un Steven Wilson (son referencias
con poco en común entre sí a primera vista pero ya hemos dicho que Forest no
es un artista nada fácil de clasificar). La balada pasaría por una canción
tranquila más de las que tantas veces hemos oído pero, una vez más, el
desarrollo es lo que la hace diferente. La sencilla adición de una sección
de cuerda electrónica sirve para dar una nueva profundidad a la primera
repetición de la estrofa y las segundas voces de Alain Quessy ayudan a
amplificar ese efecto.
“The Same Old Story” - No nos cuesta reconocer
una notable influencia del piano de Rick Wright en los mejores momentos de
Pink Floyd en el comienzo de esta pieza. Con ese acompañamiento escuchamos a
Forest cantando con su estilo particular otra balada tenue, inapreciable
hasta llegar a un breve interludio pianístico que marca el comienzo de la
parte final, en una linea similar al resto del tema.
“My Rainy Days”
- Retornamos al formato de guitarra y voz por unos instantes (voces, puesto
que Quessy vuelve a colaborar aquí). Forest posee una voz muy peculiar que
podríamos encuadrar en esa tendencia de los últimos años a mostrarnos
cantantes diferentes con timbres frágiles y desvalidos. Pensamos en el
malogrado Jeff Buckley, en Thom Yorke o Anohni. Sin ser necesariamente
parecido a ninguno de ellos, Forest canta con un estilo tan personal como
cualquiera de los citados.
“Morning Walks” - Cambiamos de sonidos
ahora para escuchar uno mucho más agresivo que podría proceder de un
sintetizador o del propio Rhodes anteriormente citado con alguna
modificación. Escuchamos el bajo eléctrico marcando el ritmo sobre el que
entona su texto James Forest y la pieza se endurece definitivamente con la
aparición de los teclados tipo mellotrón y la acerada guitarra eléctrica que
lo acompaña. Es entonces cuando comienza a escucharse una secuencia
electrónica que nos remite a los clásicos del género en su variante
berlinesa. La coda final, que añade a esta influencia elementos minimalistas
es un verdadero prodigio.
“Shooting Stars” - La última participación
de Quessy como acompañante vocal (aún hará una colaboración más a la
guitarra) se produce en esta delicada pieza que comienza como un tema
acústico pero que va incorporando elementos electrónicos paulatinamente.
Volvemos a pensar en Steven Wilson como referencia melódica y de producción
aunque la personalidad de Forest es suficientemente fuerte como para
destacar por encima de cualquier influencia.
“The Calling Light” -
Suena de nuevo el Fender Rhodes con un ligero aire “Beatle” en el inicio de
la siguiente canción que es, probablemente, nuestra favorita de todo el
disco. Tras un comienzo, más o menos convencional asistimos a un cambio de
acordes que anticipa un giro importante. Escuchamos entonces un sólo de
sintetizador que nos hace entrever la sombra de los Pink Floyd de “Welcome
to the Machine” aunque ligeramente más civilizados. De repente, sin previo
aviso, nos introducimos de lleno en un pasaje electrónico de gran categoría
imposible de adivinar por el desarrollo de la canción. La cantidad de ideas
que pone en juego en este disco James Forest nos deja sin habla durante toda
la escucha. La mezcla de estilos es de una audacia digna de admiración y la
soltura con la que el artista los maneja es impresionante. Sólo la sección
electrónica final de esta canción justificaría discos completos de otros
artistas.
“Morning Breeze” - Seguimos moviéndonos por terrenos
psicodélicos en la siguiente canción. Bajo la forma de una balada acústica,
Forest incorpora elementos sintéticos y, una vez más, finaliza con una coda
arrolladora a base de secuencias que viene precedida de un exquisito pasaje
electrónico. El contraste entre formas musicales tan diferentes que nuestro
artista realiza con la mayor naturalidad es fascinante.
“Beautiful
Day for the Road” - Nos acercamos al final con otre gran canción que
comienza con la guitarra eléctrica dibujando una melodía con tintes de himno
y alguna lejana reminiscencia celta. No necesita mucho más nuestro artista
para construir a partir de ahí un tema muy emotivo. Como es ya marca de la
casa, en los últimos instantes aparece la electrónica para poner la guinda
fina al tema de un modo muy elegante.
“Long Time Gone” - La despedida
opta por el intimismo de la guitarra acústica en uno de los escaso temas que
podríamos calificar como “convencionales” en el sentido de que, por una vez,
James Forest no hace saltar las barreras entre géneros y “se limita” a
escribir una canción de tintes folclóricos con algún que otro arreglo
electrónico al final y un cierre antológico con una guitarra eléctrica
cargada de distorsión echando el cierre a un disco extraordinario.
La
combinación de canciones sencillas, elementos folk, música electrónica de la
mejor factura y una voz personalísima hace de este trabajo de James Forest
una verdadera joya y algo verdaderamente único en su género (quizá Julia
Holter podría pertenecer a una categoría similar). Aunque el disco tiene ya
un tiempo (se grabó en 2014), lo consideramos uno de los grandes
descubrimientos del año, mérito que tenemos que darle a Sarah Vacher de
Luscinia Discos que es quien edita el trabajo y quien amablemente nos lo
hizo llegar hace unas semanas. Estamos convencidos de que su escucha no va a
dejar a nadie indiferente. "
(Mike Shooter,
La
voz de los vientos, 24/11/16)
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As far as he can remember, James Forest’s world has revolved around music,
musicians and musical instruments and very few people can remember seeing
him without a guitar in his arms or on his back. The only reason this
tireless traveller sits down is to play piano with great talent and emotion.
The rest of the time, he can be found anywhere in the world, searching for
artistic and personal freedom. A composer-songwriter, multi-instrumentalist
and singer, the 29-year old Quebecer has already lived in the mountains of
India and Pakistan, and spent extended periods in Europe. His ability to
fluently speak French and English has contributed to his unique style of
writing and music.
Whether he is performing alone (James Forest), in
a duo (June in the fields by James Forest), with a band (James Forest & the
East Road) or recording musical projects, he is always sincere and
passionate. Always searching for perfect sounds, perfect words and perfect
moods, James manages to create a unique world where all listeners can find a
bit of their own. "
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